¿Un Audi último modelo o un logo para su empresa?
Por Catalina Latorre
Hace unos días se dio a conocer la última encuesta Chilescopio 2013, donde se profundiza en los estilos de vida, consumo y relación con los medios y la publicidad de los chilenos.
Las cifras muestran lo que quizás no es novedad para nadie: sólo un 45% de los encuestados se siente satisfecho con su imagen personal. Altos índices de obesidad y también la necesidad de aspirar a más, llevan a muchos a poner gran parte de su foco en construir una imagen personal satisfactoria.
Tener un buen auto, aparatos tecnológicos de última generación que permitan estar multi conectados, ser parte de un club, vestirse a la moda sin abusar de las marcas pero siempre tratando de transmitir que se es parte de un grupo y no de otro. Tomar café norteamericano o colombiano y muchas otras pequeñas inversiones y esfuerzos que hacemos cada día, reflejan la importancia de poder crear una imagen personal, que nos permita ser percibidos como queremos, ser aceptados y valorados por nuestros pares y alcanzar el “éxito”.
Es así como esta tendencia propia del ser humano, en un mercado globalizado e hiperconectado, se ha convertido en lo que hoy muchos llaman “Personal Branding”, definido como el hecho de considerarse uno mismo como una marca, que al igual que las marcas comerciales, debe ser elaborada, transmitida y protegida, con ánimo de diferenciarse y conseguir mayor éxito en las relaciones sociales y profesionales. Esta idea surgió como una técnica para la búsqueda de trabajo. Igual que con las marcas comerciales, la marca personal persigue que la impresión causada sea duradera y sugiera el beneficio de la relación entre el titular de la marca y el observador.
El punto es diferenciarse y mostrar atributos únicos en redes sociales y la esfera digital en general, para lo que las personas se preocupan de subir buenas fotos a sus Facebook, de Twittear cuando asisten a una charla o seminario de negocios, de tener un buen perfil en Linkedin, que acredite sus ventajas profesionales, y los más avezados incluso generan contenido en blogs, que les permitan ser reconocidos como entes únicos en este mundo cada vez más commodityzado, en todo sentido.
La gran pregunta es: si ya está haciendo esfuerzos para lograr ciertas asociaciones mentales y emocionales hacia su imagen personal; si ya ha hecho alguna gestión para crear un espacio único en la web, ¿por qué aún no ha focalizado esfuerzos en la marca de su empresa?
¿Porque su marca no es masiva? ¿Porque su marca pertenece a un mercado de nicho? ¿Porque es una marca industrial? Si alguna de estas respuestas le suena conocida, ¡atención!
Hoy, no sólo las personas están cada vez más a un nivel parejo en cuanto a educación, recursos, intereses y capacidad de invertir en sí mismas. Hoy las marcas y sobre todo las marcas industriales y B2B, están en un punto donde la diferenciación, la búsqueda de insights que permitan hacer eco con las necesidades racionales y emocionales de sus GO y el posicionamiento en un lugar único y memorable, se hace fundamental para seguir adelante.
Ya lo hemos comentado en otras notas y hoy hacemos énfasis, porque nos toca a menudo observar cómo el argumento de algunos clientes es: “mi producto o servicio se vende solo”, “la cara de mi empresa es mi equipo de ventas” o “la publicidad y esas cosas es para marcas grandes como Coca-Cola”. Señores, en el mundo industrial la competencia crece cada día, la necesidad de valorarse frente a los pares por las capacidades profesionales es cada vez mayor y la cantidad de gerentes de marketing que han migrado del mundo masivo al industrial no es menor, en consecuencia el llamado es a construir marca hoy.
Para eso es fundamental hacer un match con los atributos de imagen y personalidad de los directores de las empresas, ya que son los verdaderos inspiradores de las marcas, transmitiendo su humanidad, valores y “way of life” a sus organizaciones, para hacerlas cercanas, reconocibles, memorables y siempre vigentes aunque sus líderes no sigan al mando o quieran dar protagonismo a nuevos ejecutivos.
Todo esto construye un sello único y una manera de relacionarse con los clientes que permite crecer y desarrollarse junto a ellos, para que el día de mañana no importe si es “Juan Pérez” o “José Antonio Goycolea” quien los atiende, porque su relación es con la marca, una relación que puede llegar a ser tan grande y duradera como la de Coca-Cola con sus consumidores.
El desafío está planteado y la puerta abierta, antes de elegir su próximo modelo de auto le invitamos a detenerse en la imagen de su empresa ¿está invirtiendo en ella?